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Vito Alessio Robles, personaje de múltiples talentos y ocupaciones, tuvo convicciones inquebrantables pese a las desfavorables y peligrosas circunstancias que lo rodearon. En la presente biografía, se distinguen sus diferentes facetas como militar, profesor, diplomático, político y polemista por mencionar algunas. Desde su perspectiva única, nos brinda una mirada crítica de sucesos trascedentes en la historia de México, específicamente de la primera mitad del siglo XX, que enriquecerá el análisis de dicha época y dará luz sobre la vida y obra de Vito Alessio Robles.
Vito Alessio Robles, contrastando sus multifacéticos talentos y ocupaciones, mantuvo inalteradas sus convicciones en medio de las circunstancias más desfavorables y aun peligrosas. Personaje prometeico, es la suya una biografía de novela: militar, profesor, diplomático, político y polemista. Ni la persecución, la cárcel, las amenazas de muerte, el exilio ola pobreza lograron doblegarlo.
En Memorias y Diario, la mirada crítica del protagonista ofrece versiones contrarias a lo que oficialmente se deseaba dar por sentado en la etapa crucial del México de la primera mitad del siglo XX. Es, por así decirlo, una vista al reverso del tapiz donde se descubren la urdimbre, los nudos y las imperfecciones del tejido.
Conocedor de la biografía de los principales actores del escenario político e intelectual de la época, atestiguó el proceso de consolidación del movimiento revolucionario en el gobierno, una senda plagada de aristas y de tentaciones que al transitarla costó jirones de honra y antiguos ideales a muchos deseosos de adaptarse a las nuevas circunstancias.
Los casi tres lustros que van de 1925 a 1939 fueron para Vito Alessio Robles una etapa de contrastes y plata de plena amarguras. De embajador en Suecia pasó a candidato de oposición, a exiliado político, y a su regreso a México encontraría todas las puertas cerradas. Sumido en la pobreza, buscaba inútilmente salida a su desesperada situación. Pensó en un último y doloroso recurso: vender su biblioteca. “Me siento como un navío desmantelado...”, confió a su Diario.
Sin embargo, el exilio abrió al intransigente político oposicionista un camino por el que siempre se sintió atraído: el de la historia. En las ricas colecciones documentales de la Universidad de Texas en Austin, nutrió su primera gran investigación: Francisco de Urdiñola y el norte de la Nueva España.
Mientras luchaba por el sustento de la familia, colaborando en los periódicos e impartiendo clases, logró en esa dura etapa consolidar la obra que afirmó su fama, gracias a algunos títulos hasta hoy imprescindibles: Coahuila y Texas en la época colonial; los libros Acapulco, Saltillo y Monterrey en la Historia y en la Leyenda, y un vitriólico “Ulises criollo”, en Mis andanzas con nuestro Ulises, ácida caricatura de José Vasconcelos, su antiguo compañero de fórmula en las elecciones de 1929.
Luego de largos años de persecuciones, exilio, trabajo incansable y precariedades, Vito Alessio Robles empezó a, cosechar lo que tan fatigosamente había sembrado. El último tramo de su Diario, que arranca en 1941, consigna los reconocimientos a su labor, tantas veces negados por la mezquindad y las pugnas políticas. Invitado por la embajada de Estados Unidos, recorre durante dos meses la Unión Americana, en una gira de carácter académico.
Las cicatrices abiertas en viejas contiendas se fueron restañando, aunque el historiador nunca abdicó de su derecho de emitir juicios despojados de concesiones. Miembro de Número de la Academia de Historia, homenajes, Historiador de la Secretaría de la Defensa Nacional, reconocimiento de su grado militar y profesor de la cátedra de Provincias Internas de Filosofía y Letras de la UNAM, el destino le permitió constatar que sus esfuerzos no habían sido en vano. “El título de maestro es, de todos los que he podido ostentar, el que más me halaga”, escribió.
A pesar del agobio de enfermedades, logró completar su obra cumbre con los dos tomos de Coahuila y Texas desde la consumación de la Independencia hasta el tratado de paz de Guadalupe Hidalgo, que con Coahuila y Texas en la Época Colonial constituyen el más alto legado de su vastísima bibliografía. En diciembre de 1953, enfermedades y vejez detuvieron su pluma.